El rector que prefiere grillar, antes que escuchar.
Por: El Ángel guardián / 21 de octubre de 2025
La escena fue clara y contundente: decenas, quizá cientos, de alumnas y alumnos de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí salieron a manifestarse. No para pedir becas, no para exigir más aulas, ni para reclamar aire acondicionado —no—, sino para algo mucho más básico y urgente: que las dejen estudiar sin miedo.
Sin miedo a un maestro acosador. Sin miedo a ser señaladas por denunciar. Sin miedo a que las autoridades universitarias, esas que se llenan la boca con discursos de “valores y respeto”, sigan mirando hacia otro lado.
Porque sí. El problema no es sólo el maestro o funcionario señalado. El problema es que ni el director de la Facultad ni el propio edificio central, esa fortaleza burocrática donde el polvo pesa más que las decisiones, se han dignado a hacer algo.
La UASLP: donde el silencio tiene cargo académico
En la universidad que presume de ser “Autónoma”, el silencio parece ser el único valor que se respeta con rigor. Las jóvenes levantaron la voz y lo hicieron con valentía. Pero desde las alturas del poder universitario, las reacciones fueron las de siempre: cautela, dilación, comisiones que investigan lo evidente, y un comunicado frío en el que se lee mucho, pero no dice nada.
Mientras tanto, el presunto acosador sigue tan tranquilo, quizá hasta dando clases sobre ética profesional o responsabilidad social. Ironías que solo pueden darse en el surrealismo académico potosino.
Lo grave no es que haya un maestro que abuse de su posición —que ya es suficientemente terrible—; lo verdaderamente alarmante es que la institución que debería proteger a sus alumnas es la misma que les da la espalda.
El rector que solo escucha cuando le conviene.
No es la primera vez que el rector Alejandro Zermeño prefiere guardar silencio o mirar hacia otro lado cuando se trata de los estudiantes. Lo mismo ha ocurrido en otras facultades: denuncias que se archivan, casos que se “resuelven internamente”, víctimas que son revictimizadas y agresores que se reciclan en nuevas materias.
Pero, eso sí, que no se trate de un tema político contra el Gobierno del Estado, porque entonces el rector saca la bandera del activismo universitario y hasta corre a grillar frente a la presidenta de la República, la doctora Claudia Sheinbaum, para que lo vean “defendiendo” la autonomía.
Autonomía que parece confundirse con impunidad.
Si algo ha demostrado la administración de Zermeño es que el valor más firme dentro de la UASLP no es el conocimiento, ni la ética, ni la justicia, sino el cálculo político y eso, mal diseñado.
Las estudiantes ya no piden permiso para alzar la voz. El rector podrá seguir ensayando su discurso institucional y el director de la Facultad podrá seguir guardando silencio, pero algo cambió.
Las estudiantes ya no se callan. Ya no se esconden detrás del miedo o la vergüenza que antes les imponían. Hoy salen con carteles, con consignas, con fuerza.
Y cuando una universidad calla, las calles se vuelven su aula.
Lo que las alumnas hicieron en la Facultad de Economía es una lección para todos: la dignidad no se suplica, se exige. Y aunque en el edificio central no quieran verlo, esa manifestación es un parteaguas, porque mientras la alta burocracia universitaria de funcionarios administrativos y académicos se preocupan más por su beneficio y sus relaciones con el poder político que por sus estudiantes, las jóvenes están haciendo historia.
Ojalá el rector despierte.
(Aunque sea por vergüenza.
Ojalá —solo por una vez— el rector Alejandro Zermeño escuche, actúe y demuestre que su lealtad está con la comunidad universitaria y no con sus alianzas políticas.
Que se inicien acciones institucionales y legales reales y efectivas: que se suspenda, se despida, se denuncie y se castigue al maestro señalado, que se proteja a las denunciantes y que la UASLP deje de ser ese lugar donde el acoso se castiga solo y en contados casos, si se viraliza.
Porque si algo deberían entender las autoridades universitarias es que el miedo ya cambió de bando.
Y si no lo entienden, no importa. Las estudiantes ya les están dando clases de valentía y coherencia gratis. Sin necesidad de inscribirse ni de pasar lista.
Posdata:
Rector, si de verdad le preocupa el prestigio de la universidad, empiece por limpiar su casa antes de salir a grillar al zócalo. La dignidad universitaria no se defiende con discursos, sino con acciones. Y esta vez, la historia no va a esperar su permiso.

