La pureza naranja de Movimiento Ciudadano y la aritmética electoral.
Por: El ángel guardián / 26 de agosto de 2025
Movimiento Ciudadano ya lo decidió.
Por lo menos por el momento: en 2027 irá solo en San Luis Potosí. Nada de alianzas, nada de “coqueteos políticos” ni repartos de pastel. Así lo anunció el diputado Marco Antonio Gama Basarte, convencido sabiendo de lo que habla, de que las alianzas se han “pervertido” porque en lugar de servir a la ciudadanía terminan en pleitos por cargos, nóminas y presupuestos. Descubrimiento digno de un premio Nobel: en la política mexicana, las alianzas no buscan salvar al país, sino salvar a los políticos y a sus partidos.
La apuesta es clara: MC quiere diferenciarse del lodazal que, según ellos representan las coaliciones, por un lado, la del PAN con quien quisiera ir con ellos, o las de MORENA con sus satélites por el otro. En el discurso suena casi heroico, casi romántico: la pureza naranja contra la perversión multicolor. Pero en la práctica, ¿no será una estrategia para quedarse solos en la pista de baile, confiados en que alguien los mirará, aunque la música la toquen otros?
La “vanguardia” potosina.
Gama Basarte asegura que San Luis Potosí siempre ha estado “a la vanguardia” en materia electoral. La afirmación es tan generosa que por un momento uno duda si habla de este estado o de una república nórdica, total Dinamarca está de moda. Porque si la vanguardia consiste en políticos reciclados, pleitos internos, delegaciones convertidas en municipios de facto y campañas basadas en jingles pegajosos, entonces sí: San Luis Potosí es pionero mundial.
Según el ex panista y ahora legislador y líder de MC en el estado, esa vanguardia debe traducirse en que cada partido compita solo, para que la gente tenga la oportunidad de elegir con claridad. La pregunta incómoda es: ¿claridad para qué? ¿Para confirmar que MORENA o el Verde con sus respectivas maquinarias terminarán arrasando mientras los demás se dividen los escombros?
O quizá para que MC pueda presumir que fue “auténtico”, aunque quede en tercer o cuarto lugar.
La épica del solitario.
El discurso de ir sin alianzas se vende como valentía política, pero también tiene un dejo de ingenuidad. En términos futbolísticos, es como decidir enfrentar un partido con cinco jugadores contra once, solo para demostrar que “no nos prestamos a trampas”. Sí, muy digno, muy épico… pero los goles igual caen, y al final la derrota se explica con discursos sobre “coherencia”.
La senadora Patricia Mercado reforzó esta postura durante su visita a San Luis: no habrá coaliciones, competirán con candidatos propios. La pregunta es si esos candidatos propios serán capaces de conectar con el electorado más allá del estribillo naranja y de la imagen de “somos diferentes”. Porque en política, ser “diferente” sin estructura suele ser sinónimo de ser irrelevante.
Opciones “reales” para los potosinos.
MC insiste en que los potosinos merecen opciones “reales”. El problema es que la realidad es mucho menos inspiradora que el discurso. La “opción real” que puede terminar ofreciendo MC es la de un voto testimonial, más cercano a la conciencia que a la competencia. Y en un estado donde las mayorías ya se reparten entre dos bloques principales, esa “pureza” corre el riesgo de diluirse en las estadísticas.
Lo irónico es que, en el fondo, MC tiene razón: las alianzas en México son meros contratos de repartición. El problema es que la solución que ofrecen —competir solos— no elimina la perversión del sistema, solo asegura que la derrota sea enteramente suya.
Conclusión: dignidad o irrelevancia.
Movimiento Ciudadano plantea un relato heroico: “no nos vendimos, no nos pervertimos, no nos confundimos”. Muy digno para la historia, muy inspirador para el discurso, pero muy poco práctico en la aritmética electoral. Porque en política, la pureza solitaria rara vez se traduce en victorias; más bien se traduce en comunicados de prensa donde se presume haber mantenido la dignidad mientras se entrega el poder a otros.
En 2027, MC tendrá que elegir: ganar poder con las manos sucias de la política real… o quedarse limpios, pero viendo la fiesta desde la banqueta.
