• 11 septiembre, 2025 05:56

Columna dialectica politica potosina 240725

De delitos, narcomenudeo, violencia, inactividad oficial y cosas peores.

Por: El ángel guardián / 24 de julio de 2025

A ver, hagamos un alto. Respiremos profundo. No porque haya no esperanza, ni mucho menos, sino porque lo que está por leerse requiere oxígeno para no ahogarse en el cinismo de los datos. San Luis Potosí, nuestra querida tierra de enchiladas, procesiones y simulacros de gobernanza en todos los poderes y ámbitos de gobierno, cierra su primer semestre del 2025 con una joya estadística: una incidencia delictiva superior en 4.8% respecto al año pasado, y no faltará algún funcionario queriendo quedar bien que grite a viva voz: ¡Bravo!… ¡Aplausos!… ¡Que suene la tambora!

El informe del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que no es otra cosa más que un boletín de calificaciones para nuestra clase política de todos los estados y municipios del país en materia de seguridad, en el que no importa si la calificación es excelente, muy buena o regular, ha perdido lo trascendente de su contenido que es el dolor humano, la intranquilidad y las pérdidas por denuncias, delitos, cuerpos y drogas.

En junio de 2025, por ejemplo, se registraron cinco mil 047 delitos. Y no, no es una cifra acumulada de algún sexenio pasado, sino la cuenta fresca, recién salida del horno de la violencia cotidiana. Con eso, llegamos a un acumulado de 30 mil 878 denuncias. Una minucia, dirían algunos funcionarios locales, si consideramos que todavía hay tiempo para rebasar los 60 mil antes de que acabe el año. ¡A romper récords!

Pero no nos pongamos fatalistas. También hay “buenas noticias”. Por ejemplo, bajaron los homicidios dolosos y los feminicidios. Claro, eso si usted cree en las cifras oficiales como cree en Santa Claus o en la puntualidad de un evento público. Hasta junio, sólo 126 personas fueron asesinadas con dolo, contra 194 del año anterior. Y feminicidios, solo dos. ¿Motivo de celebración? Sí, claro, si ignoramos convenientemente el subregistro, la reclasificación de delitos y el hecho de que muchas muertes violentas de mujeres simplemente no llegan a clasificarse como lo que son. Pero qué importa eso, si en los informes todo se ve tan bonito.

Lo verdaderamente fascinante —si es que uno encuentra fascinación en el caos— es la expansión del narcomenudeo. En este rubro, San Luis Potosí ha demostrado ser una tierra fértil para ese crimen: En tan solo seis meses, se reportaron 5 mil 867 denuncias por venta minorista de droga. Un crecimiento de 74.9% respecto al año pasado.

Desafortunadamente, dada la falta de oportunidades de empleo y crecimiento real para los jóvenes, casi ya no es pecado decir con mucha

preocupación, que es una industria en crecimiento sostenido, lo cual debería estar mandando señales de alerta a todas las autoridades a actuar de manera concreta y efectiva y dejar a un lado los anuncios rimbombantes y las acciones de relumbrón que nada ayudan a solucionar o por lo menos a abordar el problema realmente en su justa dimensión.

Pero la cereza en el pastel, el toque de humor negro en este sainete estadístico, es la violencia familiar. Aquí sí que no hay simulación. La violencia al interior de los hogares potosinos subió también: de 4 mil 912 denuncias a 5 mil 177. ¿Por qué? Quizá porque al ver el desempleo, los bajos salarios, los pésimos servicios públicos, la corrupción, la burocracia en general, cómo se gobierna y la simulación de infinidad de funcionarios, diputados y políticos, cualquiera llega a su casa queriendo sacar la frustración. ¿Quién no pierde los estribos cuando lo que prima en casi todo el servicio público es la inacción, la omisión y el cinismo?

Y mientras tanto, nuestros flamantes funcionarios siguen apareciendo en redes sociales cortando listones, inaugurando domos escolares, tomándose “selfies” con frases que harían palidecer a famosos escritores de cuentos y novelas. Porque, claro, todo es percepción. La seguridad no se mide por la realidad, sino por las campañas de publicidad.

¿Y la fiscalía? Bien, gracias. Atareada clasificando homicidios como suicidios, feminicidios como “crímenes pasionales” y narcomenudeo como “incidentes aislados”. Y si usted va a denunciar, que no le sorprenda que lo atiendan con una sonrisa y le entreguen una ficha para dentro de 6 u ocho meses. Aquí, la justicia no es ciega: es floja. Simplemente no se presenta a trabajar.

Entonces, ¿qué nos queda? Pues seguir contando denuncias como si fueran medallas, celebrar la venta de la percepción que bajaron ciertos delitos, vivir con resignación con los que si se acepta que se incrementan, y esperar que algún día caiga del cielo un gobierno que no sólo prometa, sino que actúe y de resultados efectivos, y no, el salvador no es Xavier Nava, el solo se autoproclama así.

Porque hoy, San Luis Potosí es un lugar en el que la violencia es parte del paisaje, así como el mutilado Cerro de San Pedro o el nopal en la bandera. Un lugar donde la seguridad pública es un reporte mensual que nadie lee, excepto cuando se necesita justificar la ineptitud.

Pero todo está bajo control. Al menos en las gráficas de PowerPoint que día a día presentan en las mesas de paz, eso sí, mucho más mejoradas cuando asiste el gobernador o los alcaldes.

Sin paridad de género el gabinete del Municipio de San Luis Potosí.

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