• 22 diciembre, 2025 12:50

¿Un nuevo PAN?… “Patria, familia y libertad (pero con filtro azul)”

Por: El Ángel guardián / 13 de noviembre de 2025

En un arrebato de nostalgia —y de marketing político de segunda mano— el Partido Acción Nacional decidió reinventarse… otra vez. Lo llaman relanzamiento, aunque más bien parece un “remake” de esos que nadie pidió, como cuando rehacen una película clásica y terminan destruyendo hasta la música original.

Un “nuevo” eslogan: “Patria, familia y libertad”. Así, sin rubor, sin contexto y con una sobredosis de ideología importada de ultramar. Solo faltó que el dirigente nacional, Jorge Romero, alzara la voz y gritara —como si fuera un tributo al libertario argentino—: “¡Viva la libertad, carajo!” Y de paso, se dejara la melena y se pusiera una chaqueta de cuero para completar la fusión entre Milei y Maná.

El PAN se mira al espejo y jura que se está redescubriendo.

En realidad, parece más un adolescente de 85 años que acaba de descubrir TikTok y piensa que ponerse jeans rotos lo hará parecer moderno. Su intento de renacimiento no es tanto una actualización doctrinaria como una reinvención estética: frases efectistas, escenografía patriótica y un toque de “rock ideológico” para atraer a las nuevas generaciones que ya no creen ni en los partidos, ni en las misas de domingo.

El “relanzamiento” que suena a déjà vu. Según los panistas más entusiastas, lo que estamos viendo es “el inicio de una segunda victoria cultural.” Suena grandilocuente, pero en el fondo parece más una resurrección asistida. Dicen que por primera vez en treinta años el país discute los conceptos culturales del PAN. Qué curioso: cuando la gente habla del PAN últimamente, no es por sus principios, sino por su crisis de identidad y su costumbre de cohabitar con todo lo que antes juraba combatir.

Lo paradójico del comunicado que circula entre los cuadros panistas —ese donde aseguran que el debate “sobre la familia” no tiene que ver con su integración sino con su “función social y su rol anterior al Estado”— es que parece escrito por alguien que confunde a Santo Tomás de Aquino con un “community manager”. El texto busca profundidad filosófica, pero se ahoga en su propio discurso doctrinario. En pocas líneas, logran defender la familia, atacar el progresismo, invocar a Gómez Morin, citar el teatro Degollado y felicitar a la dirigencia por “atreverse a debatir”. Casi podría ser un poema… si no fuera tan pretencioso.

La familia: su eterna obsesión.  La palabra “familia” se repite como mantra. El problema es que, en su afán por definirla, el PAN termina hablando de todo menos de las familias reales. Mientras afuera las familias se reinventan —madres solteras, parejas del mismo sexo, abuelos criando nietos, hijos que emigran—, en el PAN siguen discutiendo si la familia tiene “función social anterior al Estado”.

Uno pensaría que, a estas alturas, después de tantas derrotas electorales y divorcios ideológicos, En el PAN ya habrían entendido que el país no necesita guardianes morales, sino políticos eficientes, honestos y funcionales.

Pero no: ellos prefieren filosofar sobre el “rol de la familia como célula básica de la sociedad”, como si estuvieran en una sobremesa con don Efraín González Luna, mientras México se les cae a pedazos.

De la derecha católica al cosplay libertario. No es ultraderecha, dicen. Tampoco cultura “woke”, es simplemente el “PAN que somos”, pero, si eso es el PAN que son, qué bueno que lo aclaren, porque la mayoría ya no lo reconocía. En un intento por sobrevivir a su irrelevancia, el partido azul parece haberse subido a una montaña rusa ideológica: un día coquetea con la ultraderecha moral, al siguiente se disfraza de libertario sudamericano, y al otro se indigna porque lo acusan de reaccionario.

Suena a crisis existencial más que a proyecto político. Lo irónico es que, mientras ellos se debaten entre ser conservadores clásicos o liberales de YouTube, la ciudadanía se sigue preguntando para qué sirve el PAN en 2025. Su lema “Patria, familia y libertad” podría ser también el título de un grupo de WhatsApp de exalumnos de colegio católico: mucha nostalgia, cero contenidos.

La audacia de celebrar el debate… que nadie pidió.  El texto panista se vanagloria de que “por primera vez en 30 años” se discuten sus conceptos culturales en la palestra nacional. ¿De verdad creen que eso es un logro? Es como si Blockbuster presumiera que la gente volvió a hablar de VHS. Nadie discute al PAN porque esté marcando tendencia; se habla de él porque, como siempre, parece llegar tarde al debate, con el manual de 1940 bajo el brazo.

Y esa frase final, la joya de la autocomplacencia: “Que nunca llegue el rumor de la discordia.” Con razón no avanzan. Le temen tanto al conflicto interno que prefieren el aplauso vacío al debate real. Su “victoria cultural” es apenas un eco de los discursos que otros países ya superaron hace décadas.

Un partido que suena a pasado.  Quizá el mayor problema del PAN no es su doctrina, sino su desconexión con la realidad. Mientras el país discute inteligencia artificial, cambio climático o seguridad pública, ellos vuelven al catecismo político de mediados del siglo XX. Creen que redefinir la familia es más urgente que redefinir su rumbo.

Y mientras tanto, Morena gobierna, El PRI se refugia donde lo dejan, MC agarra lo que caiga, y el PAN… relanza su logotipo y cita a Gómez Morin como si fuera influencer.

Al final, este supuesto renacer azul parece un karaoke ideológico donde todos cantan desafinados pero convencidos de estar haciendo historia. Quizá en la próxima convención panista veamos a Jorge Romero gritar desde el escenario, guitarra en mano, bajo luces estroboscópicas: “¡Patria, familia y libertad, carajo!”

Pero mientras él rockea su versión libertaria de la derecha mexicana, el resto del país seguirá buscando un partido de oposición, que no viva del pasado, ni de su propia caricatura.