• 13 diciembre, 2025 19:29

La Cátedra del Desaire.

Cuando el rector decide que un Poder del Estado no merece ni un “buenas tardes”

Por: El Ángel guardián / 02 de diciembre de 2025

En política hay desplantes… y luego está la clase magistral que ofreció la semana pasada el rector de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí al Congreso del Estado, Alejandro Zermeño Guerra: una verdadera cátedra del desaire, digna de una tesis doctoral en soberbia institucional, que dejó plantados a los legisladores locales que, nos guste o no, representan a los ciudadanos potosinos.

Todo comenzó con una propuesta del poder legislativo, sí, uno de los tres poderes que conforman el estado, en teoría para garantizar el equilibrio de las acciones públicas y el entorno de las acciones democráticas en una sociedad.

La propuesta no era hablar de la autonomía de la UASLP, ni de su forma de gobierno o afinidades políticas, ni sobre la calidad de la libertad de cátedra en las aulas.  Simplemente se proponía en un acto de madurez democrática, hablar sobre el dinero público, ese que no se imprime en la imprenta universitaria, sino que proviene de los impuestos de los potosinos.

La propuesta planteaba algo básico y necesario en la cortesía y la convivencia política interinstitucional, como invitar al rector al congreso a dialogar sobre el uso de los recursos públicos asignados a la UASLP y las razones por las cuales Zermeño Guerra afirmaba que los diputados habían cometido un error al no considerar en el presupuesto de 2025, los 206 millones de pesos, que tanta controversia y pleitos causaron todo el año, como adeudo del gobierno estatal a la máxima casa de estudios.

La invitación al rector a una reunión de trabajo era para celebrarse en las oficinas del poder legislativo, para analizar conjuntamente las causas de lo ocurrido y establecer una línea base para prevenir posibles escenarios que repitieran la crisis vivida por el adeudo, por lo que  el 21 de noviembre,  el congreso giró un oficio al rector de la UASLP, “Con el propósito de fortalecer el dialogo institucional”, en el que se le invitaba a una reunión el 27 de noviembre a las 12 horas en las oficinas del Congreso, el cual se recibió a las 11 y 36 am en la rectoría.

Extraña o coincidentemente, poco más de 2 horas después, de ese mismo 21 de noviembre, a las 13:56 de la tarde, el rector envió un oficio a los diputados contra invitándolos a reunirse con él, un día antes, el miércoles 26 de noviembre a las 11 de la mañana en el centro cultural bicentenario.

Así el 26 de noviembre, con un escenario totalmente montado, tal como se esperaba no acudió ningún legislador, informándose que dos diputadas, Aranza Puente y Gabriela López, se habían disculpado de no asistir, con la sugerencia del rector, entre sillas vacías, cualquier “lugar neutral” para otra reunión, pero que definitivamente él no asistiría a la reunión del día siguiente en el congreso, argumentando que, “tenía compromisos establecidos” y que las instituciones “tienen sus protocolos”.

Además, con total desconocimiento, la FUP y consejerías de alumnos enviaron con dolo el mensaje de que la reunión era una comparecencia, solicitándole al rector no presentarse, para “defender la autonomía universitaria”, enviando el mensaje de que, quién sea que los asesora, lo que busca es la confrontación.

Al día siguiente, la cita programada en las oficinas del congreso. 18 diputados presentes, los medios atentos, las sillas, alineadas, las preguntas, preparadas, el escenario, servido y sólo faltaba el invitado principal: El rector de la UASLP. Y faltó.

No llegó. No avisó. No mandó representante. No tuvo la cortesía de mandar un mensaje formal por las vías oficiales. El rector decidió que no valía la pena presentarse. Que no era necesario. Que ese Poder del Estado podía esperar sentado… o acostado. Cualquier postura daba igual: él no iba a aparecer.

Hay quienes quieren justificar la ausencia con el argumento de que el Congreso no tiene facultades para “llamar a cuentas” al rector. Como si la discusión fuera jurídica y no elementalmente republicana. Como si los protocolos de respeto entre poderes fueran opcionales. Como si el rector manejara recursos propios, producto de un emprendimiento universitario privado y no, como todos sabemos, los recursos son provenientes del erario público, porque cuando el dinero es público, la explicación también debe ser pública, pero el rector eligió la ruta de la ausencia y el silencio, que es la más cómoda para quien maneja presupuestos y la más irritante para quien tendría que vigilarlos.

Y mientras los legisladores trataban de digerir el plantón, creció otro rumor: que detrás del desaire se encuentra el mismo funcionario de quien se maneja que alguna vez recomendó a quien muchos consideran la peor ministra de la Suprema Corte, la misma que no se levantara para saludar al presidente en un acto solemne y, si esto es cierto, todo encaja: La misma lógica. El mismo estilo. El mismo desprecio por las formas que debieran sostener a las instituciones de una sociedad civilizada.

El resultado es claro: el rector pierde una oportunidad de demostrar apertura; el Congreso pierde un poco más de dignidad, y los ciudadanos perdemos la posibilidad de escuchar cómo se ejercen los recursos de la UASLP, que paga cientos de miles de pesos al mes de jubilación a ex rectores, ex directores de facultades, ex funcionarios y otros “ex” de la institución.

Porque al final del día, esto no se trata de política. No se trata de autonomía. No se trata de egos universitarios ni de diputados ofendidos. Se trata de respeto institucional: Precisamente ese que el día del plantón del rector brilló por su ausencia.

Y mientras San Luis Potosí intenta alcanzar niveles más altos de modernidad con la exigencia paralela de mejor gobernabilidad democrática, rendición de cuentas y diálogo, seguimos atrapados en una realidad más simple y más triste: Aquí, cada quien hace lo que quiere. Y si el rector no quiere ni saludar a un Poder del Estado, pues tampoco pasa nada, aunque si pasa.

Por eso, la cátedra del desaire ya quedó inaugurada. Materia obligatoria para algunos, diseñada desde algún lugar de la Ciudad de México y desde un edificio de la zona poniente de la ciudad. Optativa para nadie que aspire a tomarse en serio la vida pública.

La SCJN ha puesto el dedo en la llaga, esperemos que la UASLP ceda y triunfe la cordura, la transparencia y la educación.