• 13 diciembre, 2025 19:15

Columna Dialéctica Política Potosina: ¡Rodaron Cabezas!… o: ¡Si no pueden renuncien!

¡Rodaron Cabezas!… o: ¡Si no pueden renuncien!

Por: El Ángel guardián / 27 de octubre de 2025

¡Oh, majestuosa!, Flamante Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), faro del conocimiento, “alma mater”, cuna de la excelencia: aquella que ha usado el concepto de autonomía a placer y antojo de aquellos rectores, maestros, líderes sindicales y directivos aún impunes y de mala memoria para la comunidad universitaria, y desde hace muchos, pero muchos años y hasta ahora, un muy concurrido escenario de crímenes de violencia de género y de acoso y abusos sexuales. Señoras y señores, tomen asiento porque la tragicomedia universitaria ha alcanzado un nuevo y “emocionante” clímax.

Los lamentables hechos pasados en la Facultad de Derecho –sí, “el lugar” donde se supondría se forjan los defensores de la justicia y los derechos humanos de manera natural–, concluyeron en una ignominia mayúscula: la violación de una alumna en pleno recinto sagrado. ¡En el edificio, con la Constitución y las leyes del estado como testigo mudo!

Pero como siempre, pero más en los últimos 6 años, la UASLP es experta en el arte de la simulación y, de pronto, ¡magia!, rodaron cabezas de funcionarios universitarios, de quienes de algunos de ellos no era necesaria la crisis para que su salida se hubiese tardado tanto; es más, si me permite mi estimado lector y lectora, algunos de ellos ni siquiera debieron haber llegado a ocupar esos puestos, uno por su relación política partidista abierta y otra por su pésimo desempeño cuando tuvo el alto honor de ser la ombudsperson del estado, dejando a la CEDH en una crisis permanente que aún continúa hasta estos días.

Ese sacrificio de posiciones, cinco a lo máximo, es una cantidad irrisoria, pero perfectamente manejable para una institución que maneja un presupuesto del tamaño del municipio de San Luis Potosí, con casi 1 millón de habitantes, y una opacidad digna de cualquier partido político.

Sacrificios para el altar de la indignación pública, sobre todo la de la comunidad universitaria. Seguro que los elegidos al desempleo, además de comprobársele su presunta responsabilidad, la cual no deberá quedar impune, estaban al tanto de que serían los comodines, los chivos expiatorios de un sistema que lleva años oliendo a podrido, a violencia normalizada, a impunidad con título universitario.

Rechifla de pie para el titular departamento de “Relaciones Públicas”, Jorge Buchi quien, de forma subrepticia, cual roedor en madriguera, en lo más álgido de la crisis universitaria, al igual que el secretario técnico de rectoría, paseando entre los manifestantes, pretendía hacerse pasar por estudiante, recibiendo instrucciones y operando vía WhatsApp, con personajes de un medio de comunicación aliado que, desde el inicio, acompañó la llegada del rector Zermeño a la rectoría.

La crisis, finalmente recordó que un escándalo de esta magnitud requiere, por lo menos, un par de dimisiones a modo para aplacar a la turba estudiantil, esa que “tiene la desfachatez de querer estudiar sin ser acosada, ni agredida”.  Lo que no ha entendido el rector y sus funcionarios es que las y los estudiantes y sus familias quieren que su universidad sea un espacio seguro, no un lugar donde vayan a prepararse profesionalmente y estén con temor e incertidumbre constante.

Pero no nos engañemos, esto no es un “déjà vu” a pequeña escala. Esto es la enésima temporada de una serie de terror que todos estamos obligados a señalar. Apenas hace semanas, la comunidad de Economía nos dio una cátedra de dignidad –y de protesta efectiva– al sacar a la luz el lamentable lodazal de acoso y violencia sexual, que pervive en toda la universidad por lo menos por décadas, habiendo cientos de ejemplos, todos ellos impunes que, en el mejor de los casos, terminaron en el matrimonio de los acosadores con sus alumnas.

De inicio, parecía que la Rectoría, envuelta en su capullo de seda y burocracia, finalmente iba a hacer algo más que emitir “enérgicos comunicados” con tipografía y argumentos insípidos, pero el inefable Rector Zermeño, evidentemente tiene otras prioridades. Y no, no es la comunidad estudiantil que no figura ni en las letras chiquitas de su plan de vida y obra. Su administración se ha convertido en una obra maestra del desinterés. Es como si el Rector viviera en una dimensión paralela, en la que la violencia de género, el acoso y la inseguridad fueran meras leyendas universitarias que se disipan con un par de bajas laborales y un protocolo de atención a víctimas que, parecería está escrito en arameo antiguo.

Si hacemos un recuento rápido del cortísimo plazo, tenemos: Economía con sus protestas, Derecho con una violación, pero también, una letanía interminable de acoso en otras facultades de los que francamente se perdió la cuenta, con la convicción de que la cifra negra de estos DELITOS, que ni la autonomía de la UASLP salva, es de por lo menos del 99.99%.

Así, esa institución es un polvorín de inconformidad y posible violencia, en el que el rector Zermeño es el vigilante que observa cómo se quema la mecha, con la placidez de quien ve llover. No es solo que le importe poco; es que, al proteger la estructura, protege la impunidad que le permite a él seguir cómodamente sentado en su trono. ¿Democracia universitaria? ¿Respeto a la comunidad? Esos son conceptos que deben sonar a burla en las doradas salas de la Rectoría.  Por eso, con la ironía que permite el teclado y el cinismo que ha contagiado este espectáculo de desidia institucional, solo queda una cosa por decir, dirigiéndome al señor Rector, con una formalidad que él nunca ha tenido con sus estudiantes:

A Usted, rector de la UASLP, se le implora, suplica y exige –no por la honorabilidad de la Universidad, que ya está perdida, sino por un mínimo de decencia humana– que escuche a su comunidad estudiantil: La misma que usted ignora, la misma que está siendo victimizada en sus instalaciones, la misma que está pidiendo a gritos un ambiente seguro; ahora, obedezca a esa comunidad y si no puede, como dijo el célebre Alejandro Martí, renuncie, pero si no, por lo menos despida a todos aquellos funcionarios que no tienen un ápice de voluntad y empatía y ven a la universidad como un trampolín para crecer, pisando lo que sea, despida a quien en su paso por la defensoría universitaria y ahora abogada general, no ha hecho nada por la comunidad universitaria, como demuestra el fracaso de su modelo de DD HH en esta crisis. Tome las riendas de este desastre; la UASLP ya no necesita más protocolos vacíos, ni más impunidad, necesita urgentemente y, sobre todo, justicia, seguridad y tranquilidad para sus estudiantes.